Archive for the ‘Llocs’ Category

El Prado de Valencia (y III)

junio 30, 2009

El Prado de Valencia (y III)

21.04.07 | 23:52.

19.- Jaime Sorell (mantos de morado y amarillas marlotas, con trepas de plata), con Francisco Vuilanova, Dimas Pardo y Soler.

20.- Marco Antonio y Felipe Penarroja (de amarillo y encarnado, trepas anchas de plata), con Juan Garín y el de la Torre.

21.- Juan Ferrer (de terciopelo azul y de gualdado de fina plata de lucida trepa), con Jaime Ferrer, un Belvis y un March.

22. Pedro Castellví (morado y amarillo, chapería de plata), con Juan Vivas, y dos Carroces, Pedro y Baltasar.

y 23.- Jaime Ferrer (tela de oro y plata pura, listón de morado sobrepuesto) con Francisco de Borja, Gaspar Guerau y Felipe de Cardona.

Me queda la tentación de seguir con tantos nombres, para desempolvarlos del tiempo y acercarles, desde aquel cauce del Turia en 1590, hace cuatrocientos diecisiete años, ¡como quien dice ayer! y que hoy ‘conocemos’ su destreza en las cañas (especie de juego militar) gracias a la Comedia del Canónigo Tárrega.

Cuatrocientos diecisiete años son muchos años, más de cuatro siglos.
Tenemos el cauce en el mismo sitio, y en muchas cosas diferente, puesto al día con los tiempos y espero sin nostalgia de riadas. Antes de 1590, habían sido famosas las de 1328, 1340, 1358, 1406, 1427, 1487, 1500, 1517, 1540, 1546, 1577, 1581, 1589. Tras esta fecha, calmado el rio, debió celebrarse aquel juego de cañas. Las riadas siguieron, 1617, 1651, 1672, 1680, 1731, 1783, 1897….y 1957. El llamado Plan Sur, hizo otro cauce, por eso al primitivo se le llama ‘viejo’, y nadie se acuerda del de la Boatella o Mercado.
La transformación, desde el llamado Parque de cabecera, al mar de Nazaret, no es preciso que la cuente porque todos mis lectores la conocen, de sobra, en las alegrías y en las penas, en la riqueza y en la pobreza. Quiero decir que el ‘juego de las verdades’, que hace cuatro siglos jugaban, puede aún jugarse hoy. Desde los inmigrantes, bajo-puente, cuya ‘verdad’ nos duele, hasta las esplendentes Óperas y Conciertos del Palau y el Complejo de les Arts i les Ciències, cuya ‘verdad’ nos enorgullece. Y entre unos y otros ‘acontecimientos’ las familias valencianas y no valencianas pueden disfrutar de los espacios arbolados o lúdicos.

No recuerdo donde he leído que las riadas del Turia suceden en años terminados en siete. De la lista anterior, que no es completa, se deduce lo contrario, aunque las ‘catastróficas’ fueron las de 1517, 1577, 1581, 1589, 1590, 1617, 1731, 1783, 1897, 1949 y 1957 (el 7 no alcanza el 50%). Pero sí que es cierto que este año es el cincuentenario, ¡medio siglo!, de la riada de 1957, y ha sido tanta la transformación, arriba y abajo del Puente de Calatrava, que podría decirse, sin error, ¡quien te ha visto y quien te ve! En especial, los turistas que nos visitan, no pueden ni imaginarse que de aquel Turia, haya nacido éste.

En algún tiempo llegó a proponerse que se repitieran las ‘naumaquias’, lo que sin duda es casi un imposible; pero repetir el juego de ‘cañas’ sería un espectáculo digno de admiración. Tenemos caballistas diestros e indumentaristas capaces de recrear el siglo XVI. Como es evidente que no viviré en el 2057, me placería ¡al menos el cincuentenario! ¿Se imaginan 92 jinetes, ‘cañeando’ sobre el cauce ‘viejo’, repristinado, entre los puentes de Calatrava y Exposición? Para eso puede estar la Concejalía de Fiestas.

El Prado de Valencia (II)

junio 30, 2009

El Prado de Valencia (II)

21.04.07 | 00:54.

Pienso que desde un punto de mira sociológico y costumbrista, lo más acertado de tal comedia del canónigo Tárrega, es la referencia al juego de cañas: “Tu, si de cañas vieres el combate,/ dirán: cosa mejor no vi en mi vida”. La relación de “estos noventa y dos gallardos soles,/ de telas, plata y oro y terciopelo/ vestidos, con hacer mil caracoles,/ en su esfera suspenden al del cielo”. Y es que noventa y dos dividido por cuatro, son las 23 cuadrillas que jugaron, “a cuatro por escuadra y por hilera” bajo la atenta mirada de los maestros de la Fiesta, Pellicer, Vich, Zanoguera y Vallés. Gracias a su enumeración podemos conocer hoy (y podría escribirse una larga historia), los nombres de los jugadores de 1589-1590. Trataré de ser telegráfico, en nombres y vestimentas.

1.- Gaspar Mercader (de amarillo y azul, todo chapado de plata), con sus hijos Gaspar y Baltasar, y el familiar Cristóbal Mercader.

2.- Dos Sapenas (de encarnado, capellares con red y argentería, marlotas de plata), con Cristóbal Zapata y Francisco Artes.

3.-Joaquín Calatayud (amarillo morado la marlota, tela de oro el capellar lúcido), con un Vilanova, un Artés y un Vich.

4.- Ausias Crespí (de amarillo y azul) con los hermanos Matías, y dos Franciscos Sanz (caireles de plata, trepas de gala y artificio).

5.- Gaspar Mompalau (capelares de plata y amarillo sobre marlotas de leonado), con Jaime Pertusa, Miguel Mompalau y Francisco Castro.

6.- Gonzalo de Hijar (de plata y encarnado), con Juan y Nofre Aguilar (de amarillo y plata), y Gaspar de Riambau y de Cruillas.

7.- Vicente Milán (de terciopelo negro recamado de plata y oro), con Antonio de Cardona, Carlos de Borja y Ramón de Pallás.

8.- Jerónimo Villarrasa (de morado y amarillo con mucha plata rasa), con César Tallada, Luis y Bautista Granullés.

9.- Guillem de Castro (de plata, negro, grave y gallardo), con su padre, Vilarich Carroz y Luis Pardo.

10.-Francisco Lanzol (marlota encarnada y chapería, naranjado capellar) con Antonio Belvis, Pallarés y Torrellas.

11.- Luis Calatayud (de azul y de encarnado, con plata, aljófar, capellar y toca), con Gaspar Vilar, Pedro Roca y Carlos Castellví.

12.- Miguel Figuerola (cubierto de oro, encarnado y blanco), con Francisco Valltera, Melchor Escrivà y un Aguilar de Cruz.

13.- Tres Boyles (verde y plata, capellres de oro y colordo), con su padre, Juan Sans y señor de Alboy.

14.- Enrique Alpont (de amarillo, listón de plata por las trepas), con su hermano Jusepe, Bonastre y Peralta.

15.- Jerónimo y Enrico Ferreres (de morado y verde), con Guillem March y Joaquín Mascó.

16.- El de Bétera (marlotas de plata y encarnado, capellares de tela de plata azul), con el señor de Albatera, Pedro Puigmarin y Jimen Pérez de Armunia.

17.- Señor de Antella (ropas moradas, y un gran follaje de plata en cada estrella), con Pedro Marrades, Luis Sorell y Diego Carroz.

18.- Miguel Vallterra (de azul y amarillo, con chapas de plata), con su hermano Juan, Francisco Fenollet y un Ferragut.

El Prado de Valencia (I)

junio 30, 2009

El Prado de Valencia (I)

20.04.07 | 01:48.

Qué Prado o pradería/ es ésta?/ Un campo/ arenoso/ junto a Turia bullicioso,/ que entre sus riberas cría más oro que el río Tajo,/ donde en la arena enjuta/ verás que nace una fruta/ que a la del Tibre aventajo./ Es un nuevo paraíso,/ portátil para las tardes;/ es un cielo de cobardes/ y es una escuela de aviso./ Es un verano gentil,/ es un sol de invierno extraño,/ que si dura todo el año,/ todo el año será abril./ Es un encuentro de azares,/ es un centro de mil centros,/ y es azar hecho de encuentros,/ y un placer de mil pesares./ Cielo formado en un día/ de estrellas que errando aciertan,/ medio donde se conciertan/ la tristeza y la alegría./ Es un agua que sustenta/ la menos ardiente brasa,/ la que por la siesta abrasa/ y por la tarde alimenta./ Selva de plantas hermosas,/ sin haber árbol en ella;/ playa desierta, aunque bela;/ jardin de flores y rosas./ Es, al fin,cifra del mundo,/ que en ser Valencia del Cid,/ su Prado del de Madrid/ es primero, aunque segundo”.

Así se expresa el canónigo Tárrega, Francisco Agustín Tárrega, nacido en Segorbe, hacia 1553-1555, canónigo de la Catedral de Valencia desde 1584, poeta y dramaturgo, asiduo asistente a la Academia de los Nocturnos (de la que algún día nos ocuparemos), fallecido en 1602, a quien la Real Academia Española publicó en 1929, incluido en ‘Poetas dramáticos valencianos’, diez obras: ‘El Prado de Valencia’, ‘El esposo fingido’, ‘El cerco de Rodas’, ‘La perseguida Amaltea’, ‘La sangre leal de los montañeses de Navarra’, ‘Las suertes trocadas y torneo venturoso’, ‘El cerco de Pavía y prisión del Rey de Francia’, ‘La duquesa constante’, ‘La fundación de la Orden de Nuestra Señora de la Merced’y ‘La enemiga favorable’.

‘El Prado de Valencia’ es una comedia costumbrista, a la que no falta su historia de amor, que no es necesario contarles. Quienes van al atardecer a tal prado, “tiendan cojines y alhombra/ a las riberas del río, / pues ya el sol dejó el vacío/ que ocupa agora la sombra/… Siéntese que todo es seda, / sayas, alhombra y cojines. Y de tal guisa, ‘juguemos los seis a un juego/ que llaman de las verdades, / y no juntemos edades,/ que es juntar leña con fuego/ ¿De qué manera le intas?/ Tomando así con los dedos/ sin hacerse nadie enredos,/ estas tres parejas cintas,/ y sacando cada uno/ un cabo de los que hallaren,/ los que después se juntaren/ con una cinta y en uno/ dos verdades se dirán/ con juramento secreto”. Semejante juego de las ‘verdades’ supone por tanto doblar tres cintas, encerradas en un puño, del que tan sólo sobresalen puntas, que emparejan a los presentes, al sacarlas. Se deduce el juego, que produce tristeza, porque triste es, tras el secreto, encararse con las verdades, que se han comprometido a contestarse.

Merimée demostró que esta obra debió de escribirse hacia 1589, siendo añadida luego la relación del torneo, que no se verificó hasta 1590. Antes de aludir al juego de cañas (torneo), no resisto la tentación del siguiente ‘eco’ al estilo de Palmireno: “Eco, hablemos a concierto, cierto. / Pide si nadie me lo impide. Pide. / ¿Por qué me hielo con mis llamas? Amas. / ¿Hay en mi fuego medio alguno? Uno. / ¿Y está muy lejos de esta cerca? Cerca. / ¿Cuál es el bien que me da el cielo? Hielo. / Y ¿quién lo aparta de mi fragua? Agua. / Y ¿es mucha la que el bien me apoca? Poca. / ¿No daré, pues a mi jornada? Nada/ Mi gran respeto lo aprueba. Prueba. / ¿Qué sacaré de haber probado? Vado. / Y ¿si del bado me destierran? Yerran. / Pero ¿si mi dolor se sufre? Suifre. / Y ¿si la ley de amor traspasa? Pasa. / Lo que miro ¿será ribera? Era. / Y esta jornada ¿es tierra o cielo? Cielo. / ¿Quién deste cielo es la luna? Una. / Y ¿esa con mi dolor descrece? Crece. / ¿Y quién la causa sus menguantes? Guantes. / ¿Quién de su lumbre la despoja? Hoja. / Quemalla, pues, para aplacalla. Calla”.