El Prado de Valencia (y III)
19.- Jaime Sorell (mantos de morado y amarillas marlotas, con trepas de plata), con Francisco Vuilanova, Dimas Pardo y Soler.
20.- Marco Antonio y Felipe Penarroja (de amarillo y encarnado, trepas anchas de plata), con Juan Garín y el de la Torre.
21.- Juan Ferrer (de terciopelo azul y de gualdado de fina plata de lucida trepa), con Jaime Ferrer, un Belvis y un March.
22. Pedro Castellví (morado y amarillo, chapería de plata), con Juan Vivas, y dos Carroces, Pedro y Baltasar.
y 23.- Jaime Ferrer (tela de oro y plata pura, listón de morado sobrepuesto) con Francisco de Borja, Gaspar Guerau y Felipe de Cardona.
Me queda la tentación de seguir con tantos nombres, para desempolvarlos del tiempo y acercarles, desde aquel cauce del Turia en 1590, hace cuatrocientos diecisiete años, ¡como quien dice ayer! y que hoy ‘conocemos’ su destreza en las cañas (especie de juego militar) gracias a la Comedia del Canónigo Tárrega.
Cuatrocientos diecisiete años son muchos años, más de cuatro siglos.
Tenemos el cauce en el mismo sitio, y en muchas cosas diferente, puesto al día con los tiempos y espero sin nostalgia de riadas. Antes de 1590, habían sido famosas las de 1328, 1340, 1358, 1406, 1427, 1487, 1500, 1517, 1540, 1546, 1577, 1581, 1589. Tras esta fecha, calmado el rio, debió celebrarse aquel juego de cañas. Las riadas siguieron, 1617, 1651, 1672, 1680, 1731, 1783, 1897….y 1957. El llamado Plan Sur, hizo otro cauce, por eso al primitivo se le llama ‘viejo’, y nadie se acuerda del de la Boatella o Mercado.
La transformación, desde el llamado Parque de cabecera, al mar de Nazaret, no es preciso que la cuente porque todos mis lectores la conocen, de sobra, en las alegrías y en las penas, en la riqueza y en la pobreza. Quiero decir que el ‘juego de las verdades’, que hace cuatro siglos jugaban, puede aún jugarse hoy. Desde los inmigrantes, bajo-puente, cuya ‘verdad’ nos duele, hasta las esplendentes Óperas y Conciertos del Palau y el Complejo de les Arts i les Ciències, cuya ‘verdad’ nos enorgullece. Y entre unos y otros ‘acontecimientos’ las familias valencianas y no valencianas pueden disfrutar de los espacios arbolados o lúdicos.
No recuerdo donde he leído que las riadas del Turia suceden en años terminados en siete. De la lista anterior, que no es completa, se deduce lo contrario, aunque las ‘catastróficas’ fueron las de 1517, 1577, 1581, 1589, 1590, 1617, 1731, 1783, 1897, 1949 y 1957 (el 7 no alcanza el 50%). Pero sí que es cierto que este año es el cincuentenario, ¡medio siglo!, de la riada de 1957, y ha sido tanta la transformación, arriba y abajo del Puente de Calatrava, que podría decirse, sin error, ¡quien te ha visto y quien te ve! En especial, los turistas que nos visitan, no pueden ni imaginarse que de aquel Turia, haya nacido éste.
En algún tiempo llegó a proponerse que se repitieran las ‘naumaquias’, lo que sin duda es casi un imposible; pero repetir el juego de ‘cañas’ sería un espectáculo digno de admiración. Tenemos caballistas diestros e indumentaristas capaces de recrear el siglo XVI. Como es evidente que no viviré en el 2057, me placería ¡al menos el cincuentenario! ¿Se imaginan 92 jinetes, ‘cañeando’ sobre el cauce ‘viejo’, repristinado, entre los puentes de Calatrava y Exposición? Para eso puede estar la Concejalía de Fiestas.