La recepción del Renacimiento (y II)

junio 30, 2009

La recepción del Renacimiento (y II)

06.06.07 | 01:36. 

Se hace necesario recolocar las piezas, el desarrollo y esplendor valenciano, ante lo que hoy se llama corredor Mediterráneo, ya en el siglo XIII quedó plasmado en Els Furs (1238), i en el Consolat del Mar (1283), después en la Taula de Canvis (1407) y en la Lonja de Mercaderes. El tráfico activo proporcionaba al reino los productos, materias y objetos que la sociedad valenciana solicitaba.

Es cierto que fuimos un área de actividad comercial importante durante los siglos XIV y XV; que era numerosa la colonia de genoveses; que los venecianos se dedicaban al comercio de la lana; que los florentinos hicieron ‘sagaces’ operaciones financieras; que también se practicó el comercio con Perpiñán, Narbona y Marsella. Comercio al que podemos aproximarnos a través de los estudios sobre las ‘Coses vedades’ realizados por Amparo Cabanes (1381), Ferrer Navarro (1393) o Hinojosa (1404).

A la primera mitad del siglo XV, entre 1420 y 1450, se refiere Burke, con una afirmación preocupante: «Este fue el inicio de una tendencia en la que los humanistas italianos menores se convirtieron en figuras relativamente importantes en el extranjero, al pasar de la periferia del centro al cetro de la periferia». Y si he dicho preocupante, es porque considero que en los tiempos de Alfonso el Magnánimo, siendo Rey de Nápoles, el camino fue inverso: la balanza exportadora ‘de Renacimiento’ está a favor de Valencia.

Gómez Bayarri (‘La Valencia medieval, Vol. III, Historia General del Reino de Valencia, RACV, 2003’) resume así su obra y valoración: «…fue el Rey más valenciano de todos los de la Corona de Aragón. Es notorio que el Monarca tuvo cierta predilección o inclinación por Valencia, Reino que contribuía con subsidios a sufragar gastos de sus campañas mediterráneas, y que no le originaban problemas políticos. Su corte napolitana fue visitada por notables prohombres valencianos… Durante la primera mitad del siglo XV, el Reino de Valencia gozó de gran prosperidad y dinamismo. Con la ayuda de su esposa Doña María de Castilla convirtió Valencia en el principal emporio cultural peninsular de la Corona de Aragón. Una parte de los fondos de la biblioteca napolitana de Alfonso el Magnánimo, posteriormente, han venido a engrosar la Biblioteca Universitaria de Valencia. En su reinado la piadosa Reina fundaba los monasterios de Jesús y de la Trinidad, se preocupó por el Palacio Real, levantó el Convento de Santo Domingo, se regaló a la catedral el Cáliz de la Santa Cena que se conservaba en la Aljaferia de Zaragoza, las reliquias de San Luis, obispo de Tolosa y las cadenas del puerto de Marsella que se encuentran actualmente en el Aula Capitular de la ‘Seu’, como trofeo de guerra. Se consolidó la ‘Generalitat General del Regne’ y se crearon el Archivo del Reino y el cargo de Maestre Racional. Durante su reinado, en 1455 fue proclamado Papa el valenciano D. Alonso de Borja, con el nombre de Calixto III y se canonizó a San Vicente Ferrer».

El resumen es perfecto. Ahora tan sólo me quedan líneas para destacar: que se casó en Valencia (1415): que fue rey de toda la Corona de Aragón, durante cuarenta y dos años (1416-1458); que hizo de Nápoles el centro neurálgico de dicha Corona (1443 a 1458); que dichos cuarenta y dos años, se distribuyen en 12 preocupado por el Reino de Valencia, y 30 ocupado por su obsesión napolitana (con intervenciones previas en Córcega, Cerdeña y Norte de África). Conocer su actividad napolitana, merece capítulos aparte, para entender, demostrándola, su exportación humanista ‘valenciana’.

La recepción del Renacimiento (I)

junio 30, 2009

La recepción del Renacimiento (I)

05.06.07 | 00:50. 

Explica Peter Burke (El Renacimiento europeo, ed. Crítica, 2000) que el relato tradicional del Renacimiento fuera de Italia no sólo utiliza ciertas metáforas o modelos recurrentes, sino que también es modelado por ellas:

* modelo impacto: el movimiento ‘penetra’ en una región tras otra.

* modelo epidémico: distintas partes de Europa ‘atrapan’ el Renacimiento por una especie de ‘contagio’.

* modelo comercial o préstamo: deudas, exortaciones, importaciones, ya sean literales (libros, pinturas, esculturas), ya metafóricas (ideas).

* modelo hidráulico: sistemas de difusión, influencias, canales y absorción.

* modelo recepción: nos llegan las formas de la cultura italiana y de la Antigüedad clásica por intermedio de Italia.

Bien están las metáforas, pero la realidad fue y sigue siendo mucho más compleja, porque siempre lo que se transmite necesariamente cambia en el mismo proceso de transmisión: cualquier cosa que se recibe, se recibe según el modelo del receptor. Esto ya lo dijeron los escolásticos, y en latín (‘quidquid recipitur, ad modu recipientis recipitur’). Lo que los renacentistas ejecutaron no fue tanto imitación como transformación o recreación.

Quizá parezca poco seria la afirmación, pero puede tenerse la impresión de que el Renacimiento, en Italia y fuera de ella, fue una especie de ‘bricolaje’ cultural, entendido como fabricación de algo nuevo utilizando fragmentos de antiguas construcciones. La idea de la recepción creativa tiene una historia más larga de la que sus defensores parecen creer. No debemos olvidar que hace más de noventa años Lucien Febvre rechazó el concepto de préstamo argumentando que los escritores y artistas del XVI, combinaron, adaptaron y trastocaron, produciendo una cosa al mismo tiempo compuesta y original. Y lo mismo diríamos del XVII al XX, y por qué no, al XXI que acabamos de empezar.

Creo que ello es así porque el filtro de que pase lo que pase, se asuma lo que se asume, significa que no ‘pasa’ todo, o si se quiere que lo que el ‘importador’ selecciona debe ser congruente con la cultura importadora. Y ello es así desde Roma, cuando el filtro romano, aun adoptando la cultura griega, supo, por obligación, adaptarla a sus propias necesidades; lo mismo podríamos decir de los árabes intermediarios de que la cultura griega fuera recibida en la Europa medieval, y a través de España, precisamente; y aún añadiríamos un filtro medieval y hasta el mismo ‘italiano’.

Quienes hayan tenido la paciencia, santa, de leerme hasta aquí, deben estar ya cansados, por no decir desesperados, interrogándose, ¿qué tiene esto que ver con un tema humanístico valenciano? Pues lo tiene. Mi ‘cereza’ de hoy, quedó enganchada, en otra de ayer. Les recuerdo, por si no se acuerdan o no me leyeron, que el Tratado de Cazorla (1179), que delimitó la reconquista castellano-aragonesa, supuso para la Corona de Aragón un afortunado ‘cul de sac’, que facilitó su expansión mediterránea. En menos palabras, Aragón llegó al Mediterráneo, antes que Castilla, lo que para el Renacimiento y Humanismo español, tuvo excepcional trascendencia e importacia.

Presente la revolución comercial vía Orán, Argel, Bugia, Túnez, Cerdeña, Sicilia, Nápoles, Génova, Marsella, Atenas, Neopatria, Islas griegas, etc, el intercambio de mercancías, facilitó la importación-exportación de artes e ideas.

De Tudilen a Cazola… i a 1238

junio 30, 2009

De Tudilen a Cazola… i a 1238

04.06.07 | 00:46.

Conquistada (o reconquistada) Valéncia en 1238, el patrimoni personal de Jaume I, la Corona d’Aragó, estava integrat per unitats ‘independents’, Regne d’Aragó, Comtat de Barcelona, Regne de Mallorca i Regne de Valencia, aixina s’intitula en el Pròlec dels nostres Furs.

Creuen alguns mal intencionats que diem ‘comtat’ per desmereixer a Catalunya. I es tot lo contrari, reconeixer la tradició catalana, perque en Aragó, Mallorca i Valencia dien Rei, a qui en Barcelona dien comte. Soldevila escrigué: ‘En Cataluña no existe, que yo sepa, manifestación alguna, ni por parte del soberano ni por parte de los súbditos, en ningún tiempo, de un anhelo de transformar el titulo condal en real…’. Ademés, i per si fora poc, una Constitució de Pere el Gran, en 1283, segons el mateix autor disposà: ‘Queremos y otorgamos que de aquí en adelante, así en letras como en cartas, nos escribamos, nos y nuestros sucesores, Conde de Barcelona.

Esta i no atra es la raó per la qual, sempre he rebujat la mala costum de fixar ordinals als reis d’Aragó, i pretendre al mateix temps fixar-los com a tal de Catalunya, perque aci, per voluntat popular i real, eren Comtes, ¡a molta honra! Tanta que quan casa Petronila en Ramón Berenguer IV, ella es Reina d’Aragó, i ell Comte de Barcelona i ‘princep’ d’Aragó (que may vullgué titular-se Rei). Pero per a entendre el 1238, es precís tornar anys arrere.

Les bases jurídiques ‘internacionals’, diriem hui, del Regne de Valéncia, són els tractats de Tudilen (1151, firmat per Amfós VII, ‘imperatorem Ispanie, i Ramón Berenguer IV, ‘comitem Barchinonensium’) i Cazola (1179, firmat per Amfós VIII de Castella, i Amfós II d’Aragó). L’espai entre abdos, vint-i-huit anys. La trascendència del segón li ve de ficar fita a les futures conquistes: aragoneses fins al port de Biar (incloses Valéncia, Xàtiva i Denia), catellanes més enllà del port de Biar. Les fites canviaren en Almirra anys després.

No falten ‘observadors’ que creuen que la Corona d’Aragó rebía un cul de sac, del que no podria eixir-se’n, el rabo del lleó, mentres que Castella rebía el cap. Pero a bou passat, mentres que Castella no acaba la conquista fins 1492, la Corona d’Aragó, fa els seus deures molt pronte, i com tenia ‘poc quefer’, s’expansiona al Mediterrani…¡i ajuda económicament a la conquista castellana!

En 1238 el Regne de Valéncia entre a formar part de la Corona d’Aragó, a on cada Estat es independent, sense cap dependència que no siga tindre el mateix Rei (y Comte). Cada u té que crear sa història propia, i tal história no la entendrem mai si pensem que Mallorca es catalana, o que Valéncia es aragonesa o catalana. Valéncia des de 1238 es ‘valenciana’ i es fa en els elemnts de que disposa: la voluntat del Rei Jaume I; els interessos dels senyors aragonesos i catalans, que no poden pretendre el domini del regne, sino mantindre privilegis; la nova societat valenciana, entitat autònoma que defen els interessos de la propia comunitat (repobladors, immigrants, habitants ‘indígenes’, més o menys islamisats.

Ningú deu estranyar-se quan 150 anys després, el gironí Eximenis, observa i advertix: ‘…Per especial privilegi ha nom propi e es nomena poble valencià’. ¿D’a on i desde quan els països catalans, o per qué no països aragonesos? Les paraules de San Valero son definitives i definitories: ‘Ni Aragón, ni Cataluña estaban ajustados (pel ajustadis d’Eximenis) para imprimir carácter al Reino de Valencia’. I ara resulta que si que estem ¡ajustats a Catalunya! De romanços prou.

¡Por fin… el soneto de Gil Polo!

junio 30, 2009

¡Por fin… el soneto de Gil Polo!

30.04.07 | 02:00.

Qué le voy a hacer!, si no sé escribir sin ‘apoyaturas’ (para que algún ‘supuesto’ científico entre en razón). Se me acabó el espacio ayer, pero hoy podrán ustedes deleitarse con la canción del marinero a tañido de rabel:

“Recoge a los que aflige el mar airado,
oh, valentino, oh venturoso suelo
donde jamás se cuaja el duro hielo
ni da Febo el trabajo acostumbrado.
Dichoso el que seguro y sin recelo
de ser en fieras ondas anegado,
goza de la belleza de tu prado
y del favor de tu benigno cielo.
Con más fatiga el mar surca la nave
que el labrador cansado tus barbechos:
¡oh tierra, antes que el mar se ensoberbezca,
recoge a los perdidos y deshechos,
para que cuando en Turia yo me lave
estas malditas aguas aborrezca”.

Vuelvan a anotar que este soneto forma parte de la ‘Canción del Turia’, en la ‘Diana enamorada’ de Gil Polo, publicada en Valencia, en la imprenta de Juan Mey, el año 1564. Y tomando como dato, cierto, esta fecha, las flexiones y reflexiones, quedan a gusto y cristal de los lectores, sean o no investigadores científicos, o simplemente aficionados a la interrogación o a la duda.

Parece indiscutible el ‘sentimiento patriótico’ del autor, sobre “la más deleitosa tierra… de cuantas el sol con su rayo escalienta” (como dije ayer). Se anticipó unos cuantos años (casi dos siglos), a ‘Lo Somni’ del valenciano Salvá (1831), i a ‘La oda a la pàtria’ de Aribau (1833), exponentes de ‘La Renaixença’, de la lengua valenciana y de la lengua catalana, sin olvidar que el sentimiento patriótico también podía expresarse en lengua castellana.

Pero si expresivo fue Gil Polo, no pueden echarse en saco roto, otras expresiones patrióticas, hechas con anterioridad incluso en lengua valenciana. Sin profundizar bastaría con el ejemplo del catalán Eiximenis, de cuya lengua nos hemos ocupado en un par de espacios, de los que espero resultara clarificadora su teoría sobre “la patria valenciana”, distinta de la suya catalana. Ni del orgullo de un Luis Vives, que siempre se denominó ‘valentinus’.

La lista de ‘autoridades’ de Gil Polo, 51 en total, daría lugar para más de 51 espacios, y eso que se refiere a literatos, poetas, ausentes los novelistas, los médicos, los filósofos, los artistas, y un largo etcétera, entendidos como tales y no como poetas, que los que fueron, son, que también hicieron grande la patria valenciana, “de todas maneras de plazer”. Personalmente, no me molesta que Riquer excepcione a los valencianos, escritores en lengua castellana, de su lista de ‘nuestros’.

Pero la coherencia obliga a que tan ‘nuestros’ unos como otros, no aprovecharse de su lengua valenciana (que dice catalana) para engrosar su tesoro, sin reconocer que los ‘otros’ también hicieron grande la literatura valenciana, en castellano, ¿o es que Cervantes, Menéndez y Pelayo y Valbuan Prat, son tontos y su argumento es marginal?

Sobre la Decadencia (y II): Gil Polo

junio 30, 2009

Sobre la Decadencia (y II): Gil Polo

29.04.07 | 00:00.

De todos los citados por Riquer, relativos al XVI, quien más asombra es, al menos para mí, Gil Polo. Les diré que las fechas ‘matan’, quiero decir, que echan por tierra opiniones, porque el antecedente siempre será posible. Un tal Montemayor, por cierto, portugués, escribió en 1559 una celebrada y famosa novela pastoril, de nombre ‘Diana’, tan exitosa que fue continuada en 1564 por la ‘Diana enamorada’ de Gil Polo, valenciano él, de nacimiento, corazón y razón, como quedará patente. En el libro III de esta ‘Diana enamorada’, Gil Polo en 44 octavas reales, hace que el viejo río Turia, representado a la manera clásica, pronostique y elogie a los poetas valencianos. Tarea en la que no fue el primero, ya que otro valenciano, Nicolás de Espinosa, en 1555, al publicar la ‘Segunda parte del Orlando’ hace aparecer al Turia elogiando a los escritores y personajes ilustres nacidos en su ribera.

El total de elogiados, por Gil Polo, en el Canto del Turia es de 55 (algunos más de los citados por Riquer), de los que deduciendo cuatro (Borjas o Borgias), nos quedamos con 51 escritores en lengua valenciana o lengua castellana, a pesar de que faltan algunos, que sin duda omitió por buena fe. Cerdá y Rico, también valenciano, de quien algún día tendremos que hablar, dedicó grandes esfuerzos biobibliográficos a los citados, ¡con grandes sorpresas, porque algunos eran apenas conocidos!

Ustedes se preguntarán por qué mi asombro ante Gil Polo. Ahora que lo explico, lo van a comprender, de inmediato. Todas, o casi todas, las novelas bucólicas sitúan la acción en Arcadia, país idílico griego, de tanta fuerza que dio lugar a un ‘nomo’ moderno. Así lo inventaron los griegos y mantuvieron los romanos, hasta que los españoles rompieron la tradición del paisaje literario. Y Gil Polo intensifica la emoción cuando trata de describir la hermosura de la tierra valenciana. Tras un naufragio, uno de los protagonistas se maravilla de que la nave se haya encaminado a «la más deleitosa tierra, y mas abundante de todas maneras de plazer, de cuantas el sol con sus rayos escalienta; tanto que uno de los marineros sacando de una arca un rabel, con que solía en la pesadumbre de los prolixos y peligrosos viajes deleitarse, se puso a tañer y cantar ansi».

Y sigue el «menos conocido de lo que merece», soneto, en palabras de Menéndez y Pelayo, quien además añade, «tanto por las cualidades de su ingenio tan fácil, ameno y gracioso, como por el amor a su tierra natal, es uno de los poetas más valencianos que han existido… en este carácter local, en este valencianismo de Gil Polo encuentro la mayor originalidad de su obra, que tiene algo de poema panegírico…’ De manera semejante opina Valbuena Prat.

Pero tales elogios vienen de atrás. Cervantes en el expurgo de la biblioteca de don Quijote, dice que la ‘Diana enamorada’ se guarde ‘como si fuera del mismo Apolo’ (jugando con el apellido de Gil); y en el ‘Canto de Calíope’ le dedica una muy elogiosa octava: «Todas bien dadas alabanzas/ distes a raros ingenios, ¡oh Gil Polo!/ tú las mereces solo y las alabanzas/ tú las alcanzas y mereces solo». Tanto, que Gil Polo fue musa del propio Cervantes, en el referido canto, como de los Espineles, Gonzalo de Savedra, Sor Juana Inés de la Cruz, Gaspar Aguilar, el alguerés Lofrasso. La obra de Polo fue editada y traducida más veces que la de Montemayor (siglo XVI: Valencia, Amberes, Zaragoza y Pamplona, traducción en Hanau, Lyon, París, Londres y Tours; XVII: París, con traducción y Bruselas, traducción, en Nuremberg; XVIII: Londres, Madrid; XIX: Madrid, París, Barcelona, Valencia; XX… Madrid, Espasa Calpe, con magnífico prólogo de nuestro académico Rafael Ferreres). ¿Y el soneto?

Sobre la Decadencia (I)

junio 30, 2009

Sobre la Decadencia (I)

28.04.07 | 00:00.

Uno de mis Maestros universitarios, que tenía por costumbre dialogar con los alumnos sobre los temas explicados, se justificaba diciendo que aprendía él más dialogando que explicando. Pienso que este mismo criterio puede aplicarse a quienes nos atrevemos a escribir unas columnas periodísticas, sobre las que nuestros lectores también es bueno que dialoguen. Y ese es el caso presente. Dediqué un par de espacios al Siglo de Oro-Decadencia-Renaixença, y pasados unos días, cierto lector me dijo que no acabó de entender la problemática de la Decadencia. Repasé lo escrito, y comprendí que tenía razón, porque sucede a veces que, sin querer, sólo alcanzamos una ‘píldora formativa’, excesivamente concentrada y espesa. Trataré de ser más expresivo.

Martí Riquer (volumen III, pág. 575), escribe que «la nostra literatura medieval» (decir ‘nuestra’ equivale a decir ‘suya’) puede parangonarse con la castellana.

Los ‘parangonados’ equipos son: por Castilla, el Cantar del Mio Cid, Alfonso el Sabio, Arcipreste de Hita, don Juan Manuel, Juan de Mena, el Marqués de Santillana y el Amadís de Gaula (siete en total); y por Cataluña (consecuencia del ‘nostre’), Ramon Llull, Muntaner, Eiximenis, Sant Vicent, Ausias March, el Tirant y Joan Roïs de Corella (también siete; de los cuales, cuatro son valencianos, dos catalanes y uno mallorquín; es una manera de expresar que en su opinión hablaban y escribían una misma lengua, ‘catalana’).

El autor sigue opinando que este parangón no es posible en el siglo XVI, porque el «equipo castellano», Garcilaso de la Vega, fray Luis de León, Santa Teresa, el Lazarillo, Cervantes, Lope de Vega, Quevedo, Calderón y tantos otros (aquí ocho y tantos más), no tienen oposición en el equipo catalán, ‘autores todos ellos de tercera y cuarta categoría’ (Pere Serafí, Joan Pujol, Rector de Vollfogona, Francesc Fontanella o Josep Romaguera; cinco en total, que podrían ser siete, si incluimos a Joan Boscà, ‘pálido junto a Garcilaso’, o Francisco de la Torre, ‘de escaso relieve’).

Llama la atención, que en este equipo, ¿decadente?, no aparezca ningún valenciano, pero todo tiene su explicación. Para Riquer, el hecho en Valencia tiene «otro aspecto», porque aunque se «desfonde la literatura culta en lengua propia» (no dice si catalana o valenciana), aparece un considerable movimiento de escritores valencianos que escriben en castellano: Timoneda, Carlos Coloma, Gil Polo, Sebastián Mey, Gaspar Aguilar, Francisco de Moncada, el Canónigo Tárrega, Ricardo de Turia, Carlos Boyl, Rey de Artieda, Guillem de Castro, ‘algunos de ellos de cierta categoría, e incluso los que menos tienen, superan a los catalanes; y recordando escritores en latín como Luis Vives y Vicente Mariner (trece nombres en total; un equipo de 11, con dos suplentes de lujo, ‘latinos’).

Queda para el secreto del sumario de la agenda de asombros de todos los lectores, científicos o acientíficos el porqué de ‘cuatro valencianos’ (sólo cuatro, en un Siglo de Oro en lengua valenciana, la primera ‘romance’ que lo tuvo, que incluye a San Vicente Ferrer, predicador en ‘valenciano’, pero escritor en ‘latín’; y ello sin entrar en la ‘discutida’ lengua utilizada por Muntaner o Eiximenis, ‘que unas veces decía escribir en valenciano, y otras en catalán, como ya tengo demostrado documentalmente’, que le pertenecen al señor Riquer (nostra literatura medieval); mientras que parecen no pertenecerle los ‘trece’ de la fama del XVI ¿por qué escribieron, predominantemente, en castellano? ¡Hay decadencias y decadencias! Que los catalanes contribuyeran ‘poco’ al Siglo de Oro del castellano, no puede englobar a los valencianos, que es evidente contribuyeron mucho más.

La Fàbrica Vella de Murs

junio 30, 2009

La Fàbrica Vella de Murs

23.04.07 | 00:36.

Fer memòria de ‘El Prado de Valencia’, i parlar de tantes riuades, acabant per la lloança de lo fet i resolt els últims 50 anys, no vullc que es malinterprete com si no s’haguera fet res des de que el Regne és Regne.

En 1356 el creiximent demogràfic de Valéncia aconsellà l’expansió de les muralles islàmiques; i fon la riuada del 17 d’agost de 1358 la causant del Privilegi de Pere el Cerimoniós, sèt dies després, creador de l’Ilustre Junta de Murs i Valls, institució municipal autònoma, encara que tinguera consolidació fins la sentència arbitral de 4 d’agost de 1406, finançada per sises i censals, ‘dret dels onze diners per cafis conts a Murs i Valls’.

La seua faena comprenia: construccions defensives, de portes portals i muralles; infraestructures hidràuliques en valls i fossos; camins i ponts; equip d’extinció d’incendis, cheringues, cordes i cànters. El desenroll urbà de la ciutat pot seguir-se documentalment en els fondos de l’Archiu Municipal, en l’obra recopilatòria de Joseph Lop, i en l’obra investigadora de Teixidor, Orellana, Almela i Vives, Burriel, Vidal Beltran, Carreres Zacarés, Cabanes Pecourt, Teixidor de Otto, Sanchis Guarner, Melió Uribe, i molts més, inclús estrangers com Glick o Lapeyre.

El naiximent de la Fàbrica Nova del Riu és conseqüència de lo que ara diem ‘gota freda’ del 29 d’octubre de 1589 (l’any, precisament, en que s’escriu ‘El Prado de Valencia’): ‘a les tres hores apres migjorn, per les grandes plujes que havia fet dos dies arreu, vingue lo riu de Guadalaviar tan gros, que en porta tot lo pont de la Mar, que era de fusta y derroca molta part del pont del Real y un tros de murala, ço es, lo llenç que hi a des de el portal vell del Real fins a la torre del Temple; y si no es acudira a tancar lo portal ab puntals y moltes sques de llana, se perdera molta part de Valencia…’.

La preocupació de Felip II queda palesa en la Carta Real de 29 d’agost de 1590. Problemes d’atribucions i finançaments abocaren a la creació d’un ram de la Fàbrica Vella, capaç de dur a terme les faenes de remodelació de la perifèria fluvial de Valéncia, que passà a nomenar-se Fàbrica Nova, no massa popular per la ‘nova sisa de les carns’, un diners per lliura de vedella, bou i porc.

Entre 1589 i 1609, esta Fàbrica Nova s’ocupava de les obres del llit del Túria, en especial, construcció de paredons i defenses, i reedificació dels ponts del Real, de la Mar i de Sant Josep. Les obres de l’actual pont del Real començaren en novembre de 1589. ¡Memòria als obrers de vila Guillem Salvador, Jeroni Negret i Francés Anton! El pont de la Mar, fon reconstruït a partir de maig de 1591, curiosament assessorat per l’arquitecte Juan de Herrera. ¡Memòria a l’obrer de vila, Pere Tacornal, i al pedrapiquer de la creu, Francés Figuerola! La remodelació del Pont de Sant Josep en la malparada ‘palanca’ és de 1590. ¡Memòria al mestre d’obrer de vila Joan Salvador i Francesc Anton, al pedrapiquer Guillem del Rey i al fuster Gaspar Gregori!

I si tot açò era poc, Murs i Valls també tenia a son càrrec la planificació municipal de l’oci públic: corregudes de bous, tornejos i jocs de canyes; ornat urbà i colocació de lluminàries en festes extraordinàries, centenaris, visites reals, bodes o naiximents de príncips i princeses; festes anuals per Sant Donís, els dos Sants Vicents, el Corpus. S’ocupaven de les alimares, els cresolets de terra, els farols i les graelles… fins a vore’s afectat pel ‘mal d’Almansa’, perque si be en Real Cèdula de 1715 es respectava la sentència de 1406, la falta de finançació conseqüent a la lliberalisació de circulació del blat, supongué tals dificultats econòmiques que fon impossible l’adaptació a la ‘pràctica y estilos modernos’, i per lo tant es convertí en relíquia atrofiada.

El Prado de Valencia (y III)

junio 30, 2009

El Prado de Valencia (y III)

21.04.07 | 23:52.

19.- Jaime Sorell (mantos de morado y amarillas marlotas, con trepas de plata), con Francisco Vuilanova, Dimas Pardo y Soler.

20.- Marco Antonio y Felipe Penarroja (de amarillo y encarnado, trepas anchas de plata), con Juan Garín y el de la Torre.

21.- Juan Ferrer (de terciopelo azul y de gualdado de fina plata de lucida trepa), con Jaime Ferrer, un Belvis y un March.

22. Pedro Castellví (morado y amarillo, chapería de plata), con Juan Vivas, y dos Carroces, Pedro y Baltasar.

y 23.- Jaime Ferrer (tela de oro y plata pura, listón de morado sobrepuesto) con Francisco de Borja, Gaspar Guerau y Felipe de Cardona.

Me queda la tentación de seguir con tantos nombres, para desempolvarlos del tiempo y acercarles, desde aquel cauce del Turia en 1590, hace cuatrocientos diecisiete años, ¡como quien dice ayer! y que hoy ‘conocemos’ su destreza en las cañas (especie de juego militar) gracias a la Comedia del Canónigo Tárrega.

Cuatrocientos diecisiete años son muchos años, más de cuatro siglos.
Tenemos el cauce en el mismo sitio, y en muchas cosas diferente, puesto al día con los tiempos y espero sin nostalgia de riadas. Antes de 1590, habían sido famosas las de 1328, 1340, 1358, 1406, 1427, 1487, 1500, 1517, 1540, 1546, 1577, 1581, 1589. Tras esta fecha, calmado el rio, debió celebrarse aquel juego de cañas. Las riadas siguieron, 1617, 1651, 1672, 1680, 1731, 1783, 1897….y 1957. El llamado Plan Sur, hizo otro cauce, por eso al primitivo se le llama ‘viejo’, y nadie se acuerda del de la Boatella o Mercado.
La transformación, desde el llamado Parque de cabecera, al mar de Nazaret, no es preciso que la cuente porque todos mis lectores la conocen, de sobra, en las alegrías y en las penas, en la riqueza y en la pobreza. Quiero decir que el ‘juego de las verdades’, que hace cuatro siglos jugaban, puede aún jugarse hoy. Desde los inmigrantes, bajo-puente, cuya ‘verdad’ nos duele, hasta las esplendentes Óperas y Conciertos del Palau y el Complejo de les Arts i les Ciències, cuya ‘verdad’ nos enorgullece. Y entre unos y otros ‘acontecimientos’ las familias valencianas y no valencianas pueden disfrutar de los espacios arbolados o lúdicos.

No recuerdo donde he leído que las riadas del Turia suceden en años terminados en siete. De la lista anterior, que no es completa, se deduce lo contrario, aunque las ‘catastróficas’ fueron las de 1517, 1577, 1581, 1589, 1590, 1617, 1731, 1783, 1897, 1949 y 1957 (el 7 no alcanza el 50%). Pero sí que es cierto que este año es el cincuentenario, ¡medio siglo!, de la riada de 1957, y ha sido tanta la transformación, arriba y abajo del Puente de Calatrava, que podría decirse, sin error, ¡quien te ha visto y quien te ve! En especial, los turistas que nos visitan, no pueden ni imaginarse que de aquel Turia, haya nacido éste.

En algún tiempo llegó a proponerse que se repitieran las ‘naumaquias’, lo que sin duda es casi un imposible; pero repetir el juego de ‘cañas’ sería un espectáculo digno de admiración. Tenemos caballistas diestros e indumentaristas capaces de recrear el siglo XVI. Como es evidente que no viviré en el 2057, me placería ¡al menos el cincuentenario! ¿Se imaginan 92 jinetes, ‘cañeando’ sobre el cauce ‘viejo’, repristinado, entre los puentes de Calatrava y Exposición? Para eso puede estar la Concejalía de Fiestas.

El Prado de Valencia (II)

junio 30, 2009

El Prado de Valencia (II)

21.04.07 | 00:54.

Pienso que desde un punto de mira sociológico y costumbrista, lo más acertado de tal comedia del canónigo Tárrega, es la referencia al juego de cañas: “Tu, si de cañas vieres el combate,/ dirán: cosa mejor no vi en mi vida”. La relación de “estos noventa y dos gallardos soles,/ de telas, plata y oro y terciopelo/ vestidos, con hacer mil caracoles,/ en su esfera suspenden al del cielo”. Y es que noventa y dos dividido por cuatro, son las 23 cuadrillas que jugaron, “a cuatro por escuadra y por hilera” bajo la atenta mirada de los maestros de la Fiesta, Pellicer, Vich, Zanoguera y Vallés. Gracias a su enumeración podemos conocer hoy (y podría escribirse una larga historia), los nombres de los jugadores de 1589-1590. Trataré de ser telegráfico, en nombres y vestimentas.

1.- Gaspar Mercader (de amarillo y azul, todo chapado de plata), con sus hijos Gaspar y Baltasar, y el familiar Cristóbal Mercader.

2.- Dos Sapenas (de encarnado, capellares con red y argentería, marlotas de plata), con Cristóbal Zapata y Francisco Artes.

3.-Joaquín Calatayud (amarillo morado la marlota, tela de oro el capellar lúcido), con un Vilanova, un Artés y un Vich.

4.- Ausias Crespí (de amarillo y azul) con los hermanos Matías, y dos Franciscos Sanz (caireles de plata, trepas de gala y artificio).

5.- Gaspar Mompalau (capelares de plata y amarillo sobre marlotas de leonado), con Jaime Pertusa, Miguel Mompalau y Francisco Castro.

6.- Gonzalo de Hijar (de plata y encarnado), con Juan y Nofre Aguilar (de amarillo y plata), y Gaspar de Riambau y de Cruillas.

7.- Vicente Milán (de terciopelo negro recamado de plata y oro), con Antonio de Cardona, Carlos de Borja y Ramón de Pallás.

8.- Jerónimo Villarrasa (de morado y amarillo con mucha plata rasa), con César Tallada, Luis y Bautista Granullés.

9.- Guillem de Castro (de plata, negro, grave y gallardo), con su padre, Vilarich Carroz y Luis Pardo.

10.-Francisco Lanzol (marlota encarnada y chapería, naranjado capellar) con Antonio Belvis, Pallarés y Torrellas.

11.- Luis Calatayud (de azul y de encarnado, con plata, aljófar, capellar y toca), con Gaspar Vilar, Pedro Roca y Carlos Castellví.

12.- Miguel Figuerola (cubierto de oro, encarnado y blanco), con Francisco Valltera, Melchor Escrivà y un Aguilar de Cruz.

13.- Tres Boyles (verde y plata, capellres de oro y colordo), con su padre, Juan Sans y señor de Alboy.

14.- Enrique Alpont (de amarillo, listón de plata por las trepas), con su hermano Jusepe, Bonastre y Peralta.

15.- Jerónimo y Enrico Ferreres (de morado y verde), con Guillem March y Joaquín Mascó.

16.- El de Bétera (marlotas de plata y encarnado, capellares de tela de plata azul), con el señor de Albatera, Pedro Puigmarin y Jimen Pérez de Armunia.

17.- Señor de Antella (ropas moradas, y un gran follaje de plata en cada estrella), con Pedro Marrades, Luis Sorell y Diego Carroz.

18.- Miguel Vallterra (de azul y amarillo, con chapas de plata), con su hermano Juan, Francisco Fenollet y un Ferragut.

El Prado de Valencia (I)

junio 30, 2009

El Prado de Valencia (I)

20.04.07 | 01:48.

Qué Prado o pradería/ es ésta?/ Un campo/ arenoso/ junto a Turia bullicioso,/ que entre sus riberas cría más oro que el río Tajo,/ donde en la arena enjuta/ verás que nace una fruta/ que a la del Tibre aventajo./ Es un nuevo paraíso,/ portátil para las tardes;/ es un cielo de cobardes/ y es una escuela de aviso./ Es un verano gentil,/ es un sol de invierno extraño,/ que si dura todo el año,/ todo el año será abril./ Es un encuentro de azares,/ es un centro de mil centros,/ y es azar hecho de encuentros,/ y un placer de mil pesares./ Cielo formado en un día/ de estrellas que errando aciertan,/ medio donde se conciertan/ la tristeza y la alegría./ Es un agua que sustenta/ la menos ardiente brasa,/ la que por la siesta abrasa/ y por la tarde alimenta./ Selva de plantas hermosas,/ sin haber árbol en ella;/ playa desierta, aunque bela;/ jardin de flores y rosas./ Es, al fin,cifra del mundo,/ que en ser Valencia del Cid,/ su Prado del de Madrid/ es primero, aunque segundo”.

Así se expresa el canónigo Tárrega, Francisco Agustín Tárrega, nacido en Segorbe, hacia 1553-1555, canónigo de la Catedral de Valencia desde 1584, poeta y dramaturgo, asiduo asistente a la Academia de los Nocturnos (de la que algún día nos ocuparemos), fallecido en 1602, a quien la Real Academia Española publicó en 1929, incluido en ‘Poetas dramáticos valencianos’, diez obras: ‘El Prado de Valencia’, ‘El esposo fingido’, ‘El cerco de Rodas’, ‘La perseguida Amaltea’, ‘La sangre leal de los montañeses de Navarra’, ‘Las suertes trocadas y torneo venturoso’, ‘El cerco de Pavía y prisión del Rey de Francia’, ‘La duquesa constante’, ‘La fundación de la Orden de Nuestra Señora de la Merced’y ‘La enemiga favorable’.

‘El Prado de Valencia’ es una comedia costumbrista, a la que no falta su historia de amor, que no es necesario contarles. Quienes van al atardecer a tal prado, “tiendan cojines y alhombra/ a las riberas del río, / pues ya el sol dejó el vacío/ que ocupa agora la sombra/… Siéntese que todo es seda, / sayas, alhombra y cojines. Y de tal guisa, ‘juguemos los seis a un juego/ que llaman de las verdades, / y no juntemos edades,/ que es juntar leña con fuego/ ¿De qué manera le intas?/ Tomando así con los dedos/ sin hacerse nadie enredos,/ estas tres parejas cintas,/ y sacando cada uno/ un cabo de los que hallaren,/ los que después se juntaren/ con una cinta y en uno/ dos verdades se dirán/ con juramento secreto”. Semejante juego de las ‘verdades’ supone por tanto doblar tres cintas, encerradas en un puño, del que tan sólo sobresalen puntas, que emparejan a los presentes, al sacarlas. Se deduce el juego, que produce tristeza, porque triste es, tras el secreto, encararse con las verdades, que se han comprometido a contestarse.

Merimée demostró que esta obra debió de escribirse hacia 1589, siendo añadida luego la relación del torneo, que no se verificó hasta 1590. Antes de aludir al juego de cañas (torneo), no resisto la tentación del siguiente ‘eco’ al estilo de Palmireno: “Eco, hablemos a concierto, cierto. / Pide si nadie me lo impide. Pide. / ¿Por qué me hielo con mis llamas? Amas. / ¿Hay en mi fuego medio alguno? Uno. / ¿Y está muy lejos de esta cerca? Cerca. / ¿Cuál es el bien que me da el cielo? Hielo. / Y ¿quién lo aparta de mi fragua? Agua. / Y ¿es mucha la que el bien me apoca? Poca. / ¿No daré, pues a mi jornada? Nada/ Mi gran respeto lo aprueba. Prueba. / ¿Qué sacaré de haber probado? Vado. / Y ¿si del bado me destierran? Yerran. / Pero ¿si mi dolor se sufre? Suifre. / Y ¿si la ley de amor traspasa? Pasa. / Lo que miro ¿será ribera? Era. / Y esta jornada ¿es tierra o cielo? Cielo. / ¿Quién deste cielo es la luna? Una. / Y ¿esa con mi dolor descrece? Crece. / ¿Y quién la causa sus menguantes? Guantes. / ¿Quién de su lumbre la despoja? Hoja. / Quemalla, pues, para aplacalla. Calla”.